Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.
Seamos razonables y breves, que hoy me ha pillado el toro con la columna, cosa que me pasa de vez en cuando como bien saben mis ¿seis? lectores.
Estoy escribiendo una peli con un amigo italiano muy voluntarioso que pretende autoproducirla y dirigirla junto con un amigo. No sería la primera vez: hace unos meses ya terminaron su primera película autoproducida, con un presupuesto de apenas diez mil euros. El hecho de haber sido capaces de hacer ese filme es lo que le ha animado a preparar el segundo. ¿El problema? Que lo suyo es más bien el montaje y la dirección, lo de escribir historias no se le da demasiado bien. Pero tenía una idea, me la contó y me pidió ayuda para escribirla. Y en esas estamos.
La cosa es que su idea es para una película de ciencia ficción. Nada relacionado con naves espaciales o con un futuro muy lejano, podría ser más una historia distópica que futurista en realidad, pero es decididamente ciencia ficción, con elementos tecnológicos nada fáciles de reproducir con cuatro duros. Sí, ya conocemos algunos casos de historias de ciencia ficción rodadas con mucho ingenio y cero medios, pero lo que mi amigo busca es algo más complicado de plasmar sin esos medios.
Nos reunimos una vez por semana delante de la webcam (él está en Milán) y discutimos la película, la hacemos avanzar juntos. Él me va soltando tal o cual idea y yo las voy completando e integrando en el esqueleto de la historia, con vistas a hacer una especie de primer tratamiento antes de ponerme a dialogar. La frase que más me encuentro cuando le propongo secuencias o escenas es “no sé… tenemos que ser razonables con el presupuesto”. Las escenas que yo propongo que le hacen reaccionar así son cosas más sencillas que lo que podéis estar imaginando, por ejemplo rodar en exteriores, rodar de noche, rodar una secuencia con unas veinte personas, rodar una secuencia donde la protagonista da dos hostiejas secas al protagonista.
Yo le digo que lo hagamos al revés: que en el guión pongamos todo lo que se nos ocurra que es importante para la película y que luego a la hora de planificar y rodar veamos si es posible hacerlo o no y busquemos soluciones. El asiente y dice que sí con una media sonrisa donde adivino “chico, nosotros somos serie Z. Confía en mí”. Yo confío en él, claro. Pero si dependiera de mí, no sé si sería muy razonable todo el tiempo.
2012-05-09 18:19
“No sabían que era imposible, así que lo hicieron”.
Firmado: uno de los cuatro gatos que lee esta columna.
2012-05-11 17:53
Sí estoy de acuerdo que es mejor escribir sin cortapisas, y luego pensar en cómo hacerlo, no todas las pelis de C.F. necesitan efectos especiales, lo que pasa que hay muchas que sólo son eso, espectaculares en imágenes, pero nada más.
Ánimo