Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.
Llevo un par de días enlazando aquí y allá este vídeo:
Es el teaser que ha rodado Nacho Vigalondo para el nuevo cómic de Mark Millar llamado Supercrook. La historia trata de un grupo de supervillanos que viajan a Europa bastante hartos de la estopa que reciben de los superhéroes norteamericanos. El vídeo es un supuesto reportaje periodístico en el que se pregunta a diferentes ciudadanos europeos por su opinión acerca de la llegada de superhumanos al viejo continente.
En el vídeo salgo yo, haciendo de ciudadano italiano, de ahí que dé tanto la brasa.
En cualquier caso, de lo que quería hablar era de lo divertido que fue rodar ese trocito con Vigalondo en un rato por un barrio céntrico de Madrid, transformado en calle italiana gracias a un rótulo donde reza “Bella Ciao” en una pared. Y también de lo que ha sido mi primera aproximación de cerca, de verdaderamente cerca, al trabajo de un director de cine. Yo no soy actor, ni esta es una película, pero me quedé observando el trabajo de Vigalondo con nosotros, los “actores” y con su entorno. Cómo nos pidió repetir la toma varias veces añadiendo matices, “ahora más indiferente, ahora menos indiferente, ahora más efusivo, ahora te estás acordando de ello, ahora lo piensas un momento antes de responder”, el esfuerzo por que nos sintiéramos cómodos y que nos riéramos de lo que estábamos haciendo. Y sobre todo la relación de confianza con su equipo, con Héctor, su cámara, que era quien le daba el visto bueno al encuadre, al sonido, el que con asentir con la cabeza ya convencía a Nacho de que la cámara aquí ya está bien.
Que no era cine, que ya lo sé, pero por un rato me sentí parte de la maquinaria y, oye, se siente uno francamente bien.
2012-03-21 10:38
Yo hubiese querido ir a hacer de portuguesa pero Nacho no se ha acordado de mí. No lo entiendo. Es inexplicable.