Seguimos con el resumen personalísimo del año que se acaba, que todavía le ha dado tiempo de regalarme una maravilla llamada Nader y Simin. Una separación, de Asghar Farhadi, Oso de Oro en Berlín y que suena muy fuerte como ganadora a la mejor película de lengua no inglesa en los próximos Oscar.

Vamos con las chorradas:

Lo más tontorrón: la resolución empalagosa de Super 8, y también la de Más allá de la vida de Clint Eastwood. Y la relación amorosa de Emma Stone con… un tío cualquiera que he olvidado en Criadas y señoras.

Lo más extraño: Es casi una obviedad mencionar todo el famoso flashback al origen del universo de El árbol de la vida, pero la relación de Antonio Banderas y Elena Anaya en La piel que habito también se las trae. Toda la primera parte, la de la boda, en Melancholia. Y la familia protagonista de La mosquitera, de Agustí Vila, y esos perros, madre mía los perros.

Lo más divertido: Año parco en comedias, al menos vistas por mí, donde la única comedia pura que he visto ha sido la flojita Un cuento chino, de Sebastián Borensztein. Bueno, y Midnight en Paris, claro, pero en esa uno no se ríe, sino que se coloca la sonrisa bobalicona durante el metraje. Jeff Bridges me arrancó un par de risotadas en sus maneras de borrachín en Valor de ley, y la secuencia en la que el psiquiatra Nanni Moretti intenta tratar al papa Michel Piccoli con la presencia de TODOS los cardenales en Habemus papam es hilarante.

Y por supuesto las cabras de Le quattro volte, de Michelangelo Frammartino, las mejores actrices cómicas del año, de largo.

Lo más guapo: Jessica Chastain en El árbol de la vida. Fin.

¿Más? Vaaaaale. Jessica Chastain en Criadas y señoras.

Está bien, está bien. Entre ellas también la hermosa desnudez bajo la luz del planeta Melancholia de Kirsten Dunst y la belleza serena estilo Ingrid Bergman de Leila Hatami en _Nader y Simin. Ah, es muy comprensible encontrarse con Lea Seydoux vendiendo libros viejos en un mercado al lado del Sena y enamorarse de ella, como bien sabe Woody Allen.

Entre ellos, el hombre del año es Ryan Gosling, es otra obviedad. Sale guapo y elegante en Los idus de marzo (y George Clooney, director y co-protagonista, también. Pero esa es una tercera obviedad); sale guapo y buenorro en Crazy, stupid, love; sale guapo y enigmático en Drive; salen, en fin, guapo e indie en Blue Valentine.

Lo más dulce: ¿De verdad no me gustó nada de Super 8? Dos cosas: el accidente de tren y ese maravilloso e infinitamente tierno momento en el que su protagonista, el niño Joel Courtney maquilla —y enamora— a Elle Fanning.

La película política: Dos: Los idus de marzo, un curso acelerado de cómo funcionan las primarias en los Estados Unidos; y Carlos, de Oliver Assayas, que a pesar de que la versión cinematográfica deja sensación de precipitación tiene una atmósfera apasionante.

Pues a mí me gustó: El árbol de la vida, de Terrence Malick. Este año ha sido la película más “o conmigo o contra mí” que se ha visto, con gritos, ahogos, peleas y crujir de sables. Pues a mí me gustó muchísimo, y ya adelanto que estará en mi top 5 de 2011.

Top 5 que haré la semana que viene. ¡Hasta entonces!