Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.
Si tengo que señalar un palazo cinematográfico general para toda mi generación de espectadores de cine, ese es Indiana Jones y el reino de la Calavera de Cristal. La reacción de mis coetáneos fue una auténtica hecatombe emocional, donde se pasaron todos los estados. Antes del estreno: ilusión, miedo, nerviosismo, deseo. Después del estreno: negación, ira, llanto, odio. La serie South Park lo ilustró de modo bastante gráfico con una secuencia en la que Steven Spielberg y George Lucas violaban al pobre arqueólogo. Más de una vez.
TODO parecía una mierda en aquella película, pero de manera particularmente dolorosa los diálogos, sin gracia, chistes estúpidos, película para niños pequeños, qué han hecho con mi Profesor Jones, ¡por el amor de Dios!
A mí la película me entretuvo, pero confieso que mi amor por el arqueólogo es tan grande que pasé por alto todo lo demás. Estaba tan contento de ver otra vez a Indy que el resto lo ignoré, fingí que no importaba, borré cualquier rastro de mala sangre.
Hace poco fui a ver Super 8, película de J. J. Abrams que ha dado de sí muchos debates, pero que tienen como eje —los debates, digo— una idea central: ¿consigue o no consigue recuperar el espíritu de los “cuentos asombrosos” dirigidos o producidos por Amblin y Spielberg en los años ochenta? Y aunque algunas cosas me gustaron (todos y cada uno de sus niños protagonistas, por ejemplo), en general me aburrí, me ABURRÍ, que es lo más trágico que puede pasar en un film de aventuras al que entras con ganas de volver a tener doce años.
Y tal vez Indy siga siendo Indy y no haya demasiada diferencia entre Super 8 y E.T., Los Goonies, El secreto de la pirámide o Exploradores. A lo mejor somos nosotros los que nos empeñamos en ver, escuchar, comprender y sentir las películas como las sentíamos entonces, y eso es algo sencillamente imposible.
2011-08-24 11:29
Quizá el que ha cambiado es el Sr. Spielberg.
2011-08-24 12:14
Ya, lablanco, eso es lo que todos damos por descontado. “Spielberg no es el que era”. Pero precisamente lo que pregunto es un “y si” muy jodido, un “¿y si los que hemos cambiado somos nosotros?”.
2011-08-25 03:21
Que los que hemos cambiado somos nosotros, sin duda. Que Indy IV es una película bastante estupenda, pues para mi también.
Y Super Ocho es una obra maestra del goce. La vi en una sala llena de canijos emocionados tanto o más que yo. Y si te has aburrido, pues es una pena, claro, pero me temo que es más cosa tuya que de la peli, la verdad.
Quizás es que cuando uno es pequeño esas películas te gustan porque están echas para uno, pero al crecer necesita ver otras cosas. Yo desde luego las vi en Super Ocho.
2011-08-25 03:54
En fin, supongo que Super 8 pasará a engrosar la lista de “cosas que no entiendo” dentro de mis experiencias cinematográficas.
2011-09-14 22:56
Super 8 no sé aún, pero el último Indy es una mala peli. Yo no me empeño en nada. Veo E.T. y sigo disfrutando igual que entonces, y eso que la he visto cuarenta veces. Veo el primer Indy y también.
Por tanto, opino no es culpa mía. Es culpa suya.
2011-09-14 22:57
Ojo, que ves ET y ves el primer Indy que ya habías visto antes, y no por primera vez.