Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.
El año pasado Colin Firth protagonizó la película A single man, debut en la dirección del diseñador de moda Tom Ford. En ella, el actor británico interpretaba a un profesor homosexual de una universidad de Los Angeles en los años sesenta que pierde repentinamente a su pareja en un accidente de tráfico y que ni siquiera puede ir a su funeral, prohibido expresamente por la familia del muerto. Firth cae en una profunda depresión que convierte su vida en un sinsentido asfixiante y abismal, donde el suicidio va cogiendo la forma de la opción más atractiva. El profesor universitario que interpreta va consumiéndose por dentro, de forma sutil, con leves detalles, sumido en una soledad infinita contenida en la mirada y en la expresión del actor.
Este año Colin Firth protagoniza la película El discurso del rey de Tom Hooper, interpretando al rey Jorge VI de Inglaterra, monarca británico durante la Segunda Guerra Mundial y que tuvo que superar una tartamudez aguda para poder enfrentarse a la nación, todo con ayuda de un ex actor australiano que le enseña a volver a hablar. Firth logra mimetizarse con el personaje histórico, mudando su voz de forma asombrosa, generando angustia cada vez que las palabras se atascan en su garganta. Su chasqueo de lengua, su rostro desencajado y sus ataques de furia de verbalización impecable son de los que uno recuerda después de años. Potente, extremo, apasionado, un papel de esos que marcan una carrera.
Son dos formas diferentes de enfrentarse a un personaje, de ser actor. Ambas magníficas, tal y como las ha hecho él. Pero la primera es un prodigio minimalista que me resulta imposible de repetir, mientras que la segunda es un prodigio maximalista que logro imaginarme en muchos más actores de método. Sin embargo, es más que probable que sea esta segunda la que le dé su primer Oscar. Siempre ha sido así, siempre será así.