Ayer vi una película espantosa, pero espantosa de verdad. Se llama La familia Wolberg, es francesa, de 2009, y la dirige una tal Axelle Ropert, en el que es su debut como directora. Hasta entonces había sido crítica de cine y había escrito un par de películas, pero esta primera película como directora es un bodrio pretencioso y solemne, con personajes que sólo son capaces de expresarse con habla engolada y diciendo máximas y sentencias absolutas. ¿Retrato de una familia contemporánea desestructurada? Y una leche, son noventa minutos de vacío, snobismo y pose que parece más propia de una parodia del cine de arte y ensayo que del cine real. Como suele pasar con estas cosas, la película fue presentada en la Quincena de Realizadores de Cannes de hace un par de años y también en otro par de festivales, el BAFICI de Buenos Aires o el de São Paulo.

Sin embargo estoy contento de haberla visto, y en este caso lo que me importa y lo que me hace feliz no es el “qué”, sino el “cómo”. La película la he visto en casa, en mi ordenador, en streaming, después de haber pagado 1,99€, dentro de esa magnífica iniciativa que es My French Film Festival, un festival de cine francés que celebra su primera edición estos días. La dinámica es simple: en la página web encontramos una decena de largometrajes y otros tantos cortos que podemos ver hasta el día 29 en la propia página web, a dos euros los largos, a uno los cortos. También pueden comprarse todos los largos de golpe a mitad de precio o incluso a menos si se compran juntos cortos y largos. Hay hasta un mini homenaje a Jean Renoir y proyectan, siempre al mismo precio, French Can-Can, una de las joyas del cine de todos los tiempos. Si estás en Latinoamérica, estás de suerte: ahí puedes ver todas las películas gratuitamente.

Es un festival 100% on-line, con su jurado de la prensa internacional, otro jurado de blogueros no franceses y hasta un premio del público (internauta). El objetivo es promocionar el cine francés minoritario (aunque las películas hayan viajado por muchos festivales y en sus repartos haya nombres como los de Stephen Rea o Charlotte Rampling) y a fe mía que así pueden conseguirlo. Hasta el día 29 seguiré viendo las películas que hay y pagando esos cuatro duros que me piden por ellas, y así lo harán muchos espectadores de todo el mundo, ya que las películas están subtituladas en ¡diez idiomas! No sé si las películas que vea en lo que queda de festival serán tan coñazo como la primera que he visto, pero en todos los festivales es así: hay joyitas y hay mucho peñazo. Es cuestión de probar y ver, y siempre hay momentos que merecen mucho la pena.

Sé que esto parece un anuncio: lo es, sólo que nadie me ha pagado por hacerlo. Es que ES una gran idea y cuando las ideas son tan buenas hay que contarlas en voz muy alta, o en la columna que tenga uno a mano.