Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.
Leer cine es uno de mis mayores vicios. No me refiero a guiones, que también, ni a manuales de técnica cinematográfica o escritura audiovisual, que los leo de vez en cuando. Hablo de libros que creo que son disfrutables para todo el mundo, plagados de las intrahistorias de muchas películas que son la mejor compañía cuando el vendaval se desencadena fuera de casa. Así que ahí van unas cuantas recomendaciones para principiantes, lectores cinéfilos-pro absténganse… porque ya los tendrán más que leídos.
Las aventuras de un guionista en Hollywood y Nuevas aventuras de un guionista en Hollywood, de William Goldman.
Goldman es uno de los grandes guionistas de Hollywood de la segunda mitad del siglo XX, autor de algunas de mis películas preferidas como Dos hombres y un destino, Todos los hombres del presidente, Misery y, sobre todo, La princesa prometida, basada en su propia novela. Estos dos libros son básicamente un repaso a la historia de Hollywood vista con mucho sarcasmo y mucha acidez y tomando como hilo conductor sus propios guiones, desde su primer éxito, Harper, detective privado (1966) hasta Poder Absoluto (1997) de Clint Eastwood. Divertido, didáctico, cotilla y genial, dos libros de esos de releer constantemente. Edita Plot Ediciones.
Moteros tranquilos, toros salvajes, de Peter Biskind.
Enorme tochazo, más de seiscientas páginas, que uno se bebe como cuando se carga de novelas de Agatha Christie en la playa. Biskind cuenta la historia de la generación de autores de los setenta en Estados Unidos, encabezada por Martin Scorsese, Steven Spielberg y Francis Ford Coppola, que transformaron la industria cinematográfica norteamericana con una nueva concepción del director y de su rol como artista/creador/autor. Una historia que comienza con el éxito inesperado de Easy Rider (1969) y termina, probablemente, con Spielberg y Lucas descubriendo el éxito palomitero con Tiburón (1975) y La guerra de las Galaxias (1977). Todo narrado con mucha acidez y un estilo próximo al amarillismo más feroz, ese que te hace revolverte incómodo y a la vez querer leer más de las amantes de Jack Nicholson. Edita Anagrama.
¿Cine o sardina? de Guillermo Cabrera Infante
A pesar de lo poco que me agradaba Cabrera Infante como personaje público o como novelista, su faceta de amante y crítico de cine me resultaba fascinante y conmovedora, como siempre que alguien deja la cátedra desde la que se coloca para bajar al mundo de las pasiones personales. La premisa de Cine o sardina es esta:
En mi pueblo, cuando eramos niños, mi madre nos preguntaba a mi hermano y a mí si preferíamos ir al cine o a comer con una frase festiva: ¿Cine o sardina? Nunca escogimos la sardina
A partir de ahí, Cabrera Infante hace un recorrido por géneros cinematográficos y estrellas de su infancia y adolescencia, con apuntes sobre los grandes actores y actrices y los directores más consagrados… pero en realidad no es más que su propio canto al cine, una autobiografía sentimental de un espectador enamorado contagiosamente del séptimo arte. Delicioso de leer, de verdad. Está editado en Alfaguara
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En la línea de este último libro de Cabrera Infante hay otras dos joyitas inesperadas, Morir de cine de José Luis Garci, editado por Nickel Odeon, y toda la serie de Mis inmortales del cine de Terenci Moix, editados en Planeta. Libros que dejan de lado el oficio de crítico, que se niegan a hablar de lo que es el cine para recrearse en lo que significa el cine desde el plano más personal.
También me dejo en el tintero otros dos libros estupendos de Cabrera Infante, Arcadia todas las noches y Un oficio del siglo XX, y no he hablado aún de Mamet o de Bogdanovich o de… será en otra ocasión. Sigan leyendo cine.