Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.
La cogí por casualidad y empezada en un canal temático de una televisión por cable de un país extranjero. El club de los poetas muertos, de Peter Weir. Yo tenía apenas doce años cuando me llevaron a verla al cine, hace ya más de veinte años, pero recuerdo perfectamente cómo fue aquello. Yo quería estudiar en un sitio así, con aire majestuoso, con un bosque rodeando los terrenos del colegio en el que se escondiese una cueva polvorienta donde celebrar mis reuniones. Yo quería un libro desencuadernado que tuviese escrito el poema de Henry David Thoreau a modo de oración de saludo en las reuniones del club.
Fuí a los bosques porque queria vivir a conciencia, queria vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida, y dejar a un lado todo lo que no fuese vida, para no descubrir en el momento de mi muerte, que no había vivido
Y sobre todo quería un profesor como él, como John Keating, a quien llamar “Oh capitán, mi capitán” y que me enseñase a leer poesía, a pensar por mí mismo, a ser libre.
Naif, ¿eh?
No importa. Tenía doce años y jamás he podido olvidar lo que sentí viendo esa película. Así que, en lo que a mí respecta, es una maldita obra maestra.
2010-10-20 16:29
A mí lo de estudiar en su sitio así o tener un profe como aquél, ya me cogió pasadita del cole,pero coincido en que es una película estupenda. Lo que a mí me quedo grabado (los años no perdonan y a cada uno nos toca en un lugar diferente) de aquella película fué el canto a la creatividad personal de cada uno y la idea de sacar el máximo partido a la vida. Carpem diem literalmente significa cosecha el día. En la película:
«…el día de hoy no se volverá a repetir. Vive intensamente casa instante, lo que no significa alocadamente, sino mimando cada situación, escuchando a cada compañero, intentando realizar cada sueño positivo, buscando el éxito del otro, examinándote de la asignatura fundamental: el Amor. Para que un día no lamentes haber malgastado egoístamente tu capacidad de amar y dar vida».
Pero sí,coincido plenamente que es una gran película.
Saludos
2010-10-21 17:33
Todos soñamos con ir a un colegio como Wellton, tener un coche como el Delorean y encontrar un tesoro como el de Willie el Tuerto.
ains, Tres quee son ya clásicas! (y qué viejos nos hacemos)
2010-10-21 18:03
Alberto, a mi hija, Patricia, con sus dos añitos, una de las cosas que le gusta gritar es eso de “Oh, Capitán, mi capitán”, aunque ella ni a leído a Whitman ni ha visto la película.
2010-10-21 19:23
Lo de obra maestra se le queda pequeño.
Esta peli juega en otra dimensión.
2010-10-22 19:39
A mi esa película me hizo llorar (algo no tan raro) pero lo más extraordinario fue que hizo que no me sintiera avergonzado de llorar, sino orgulloso.
Yo también me sentí vivo y libre después de verla (aunque ahora me preguntó con curiosidad qué clase de cosas podían atarme cuando tenía 12 años)
2010-11-12 21:22
Ya, es que me acordé hoy: Cinema Paradiso, otra mala obra maestra.
Saludos
2010-11-13 14:01
Esa película, aparte de otras muchas cosas, es un homenaje al cine.