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Butaca no numerada por Alberto Haj-Saleh

Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.

En resumen (edición 2009)

Sólo me quedan tres columnas para terminar el año de Butaca no numerada y es el momento de hacer uno de esos divertidos resúmenes del año en los que, más que nada, pretendo poner en orden mis propias ideas y tratar de valorar con una cierta distancia la ingente cantidad de cine en salas que me he tragado a lo largo de 2009. El problema es que aún pienso ver bastantes más películas en lo que queda de diciembre, por lo que quedará claramente incompleto; y el segundo problema es que mi ubicación fuera de España me ha impedido ver muchas de las películas que en este último trimestre han dado mucho de lo que hablar, con dos casos muy evidentes que son Agora de Alejandro Amenábar y Celda 211 de Daniel Monzón. Si a eso le añadimos que mi tradicional fuente de cine más “festivalero”, la muestra Cineuropa de Santiago de Compostela, me ha quedado bastante lejos, pues tengo un cierto sabor agridulce a la hora de elaborar este resumen. Pero bueno, estos son los mimbres, a ver qué sacamos de ellos.

Lo más impactante

Muchas de las escenas de The Wrestler (Darren Arronofsky) son de una explicitud que se quedan indelebles en la memoria, en particular esa pelea “gore” en la que los protagonistas son una grapadora gigante y muchos litros de sangre desparramados por el ring. También, sin salirnos de la sangre, la atroz venganza de la pequeña protagonista de Déjame entrar (Låt den rätte komma in, Tomas Alfredson) contra los matones que acosan a su amigo. Y no me quiero olvidar de la mayor parte de Coraline (Henry Selik), bordeando los límites de lo desagradable.

También tengo que hacer una mención especial al primer capítulo de Inglorious Basterds (Quentin Tarantino), que me pone los vellos de punta sólo de recordarlo. La repugnante y fascinante transformación de Sharlto Copley en aquello que más odia a lo largo del metraje de Distrito 9 (District 9, Neil Blomkamp). Y el llanto desgarrador de un Sam Rockwell desesperado al tomar consciencia de la naturaleza de su propia existencia en la excelente Moon (Duncan Jones).

Lo más decepcionante

Si entendemos por “decepción” en cine aquella película sobre la que tienes ciertas expectativas (de calidad, de diversión o de lo que sea) que finalmente no se cumplen, tenemos que señalar con el dedo a El curioso caso de Benjamin Button (The Curious Case of Benjamin Button, David Fincher), dos horas y media de la nada más absoluta. Peor fue el caso de Slumdog Millionaire (Danny Boyle), chorrada mediocre y de guión lamentable que tiene el dudoso honor de ser mi peor película de este año 2009. En cierto sentido, también tengo que meter en este apartado a Enemigos públicos (Public Enemies, Michael Mann) que sin parecerme ningún horror me dejó mal sabor de boca por su abandono de la película en beneficio del puro ejercicio de estilo. Del cine español me jorobó en particular El juego del ahorcado (Manuel Gómez Pereira), o como echar por la borda lo que parecía una gran idea: una película de suspense ambientada en un pueblo costero español en plenos años ochenta.

Ah, y dos “bocaoreja” que me defraudaron: Bronson (Nicolas Winding Refn), que a la media hora termina todo su interés; y Resacón en Las Vegas (The hangover, Todd Phillips): no tiene ninguna gracia.

Los papelones

Muchos. De ellos: Frank Langella bordando a un Richard Nixon sin tics ni histrionismos en Frost/Nixon (Ron Howard). Mickey Rourke hermoso y brutal en The Wrestler. Benicio del Toro, evidentemente igual de perfecto haciendo del Che en la segunda parte de la película de Soderbergh que en la primera. Sam Rockwell sosteniendo prácticamente él solito la hora y media de Moon, ojo a este actor que se ha convertido en uno de mis favoritos en estos últimos tres años. Y Christopher Walzt bordando al villano nazi, auténtico protagonista de Inglorious Basterds

De ellas: Meryl Streep siendo simplemente la mejor actriz posible en La duda (The Doubt, John Patrick Shanley). Penélope Cruz adquiriendo categoría de gran estrella sólo por su presencia en Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar). Lina Leandersson, haciéndome contener la respiración con sus catorce añitos en Déjame entrar. E Imelda Staunton absolutamente increíble en su rol de madre paranoica y desequilibrada en la por lo demás mediocre Destino: Woodstock (Taking Woodstock, Ang Lee).

La semana que viene seguimos.

Alberto Haj-Saleh | 16 de diciembre de 2009

Comentarios

  1. Merche
    2009-12-16 23:57

    Cierto lo que apuntas sobre “Coraline”: bordea los límites de lo desagradable, sobre todo porque aparenta tener un aspecto delicado y dulce. Una puñalada trapera, se podría decir. Brrrr, esos ojos de botón…

    Otro papelón: Tom Waits en la película de Terry Gilliam.

  2. Carlos
    2009-12-17 10:38

    Vaya, yo pensé que estaría en mayor desacuerdo con usté.

    Pero no, que le ha quedado muy bonico y muy todo.

  3. jan
    2010-06-01 00:44

    La niña ( lina leandersson) de Déjame entrar no tenía 14 años cuando hizo la película, tenía 12 años.


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