• Cuando empezábamos a escribir “en serio”, con catorce, con quince años, montamos una revista de poesía en el instituto. La llamamos Agadir por el larguísimo poema de Arthur Lundvist y éramos malísimos. En algún momento y, supongo, creyéndonos muy originales, nos propusimos un ejercicio de estilo: unas reglas, un bolígrafo y un papel y todos teníamos que jugar con los mismos elementos para ver lo que salía.

• He seguido haciendo ejercicios de estilo periódicamente a modo de juego con los amigos. Todos son ilegibles, o ilegibles en su mayoría.

• Tengo la sensación de que hace años que Michael Mann está enfrascado en una carrera hacia el ejercicio de estilo perfecto. La base de su cine está en el estilisimo de su propuesta y el centro de la discusión de sus relatos pasa por cómo sitúa la cámara o por cómo ilumina las secuencias. Eso, esa discusión, cubre de forma completa cualquier otro valor de lo que rueda.

• Enemigos públicos (Public enemies, 2009) son casi dos horas y media de ejercicio de estilo.

• La impresión general que me dan muchas partes de la película es de esbozo, de historia contada de forma resumida. “El policía que persigue a Dillinger es un tipo adusto y de aspecto atormentado (NOTA: contar su historia más tarde)”; “Dillinger y Billie se ven y se enamoran. Ella se convierte en una compañera fiel hasta el extremo (NOTA: desarrollar esta historia de amor más tarde)”; “Dillinger se convierte en una especie de héroe nacional y el pueblo lo adora (NOTA: explicar este proceso más tarde).

• El problema es que ese más tarde no llega nunca, y Enemigos públicos se convierte entonces en una película en la que está todo por contar.

• El lugar cómun dice que Mann es gélido, dirige películas virtuosas pero sin alma. Discuto con ella sobre el buen o mal uso de la cámara digital en el filme, ella a favor, yo en contra. Pero la conclusión es la misma: de lo que hablamos es de el grano de la imagen, no de lo que se mueve dentro de ella.

• El dilema (The insider, 1999) es una de mis películas favoritas de los noventa, pero no he vuelto a verla desde que fui al cine durante la semana del estreno. ¿Cuándo vuelva a verla reconoceré el estilismo de Mann y me daré cuenta de que “piqué” en un ejercicio de estilo que para mí en aquel entonces resultaba novedoso?

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• Hermosa, magnética, felina y fascinante Juliette Grèco, protagonista femenina de The roots of heaven (1958) de John Huston.

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• A veces un troll de internet puede provocar maravillosos ejercicios de estilo