Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.
(Nombre y estilo copiados directamente de los Textos del cuervo para periodos como este en los que la vida en particular me impide ver películas en general)
Terror Filosófico
Un niño de diez años se niega sistemáticamente a ir a dormir por las noches alegando todos los miedos conocidos: monstruos bajo la cama y en el armario, insectos enormes entre las sábanas, manos que entran por la ventana, muñecos que cobran vida, zombies que vienen a devorarle… todos sus miedos son fundados, todos esos horrores son reales. El niño sabe que está a salvo mientras esté despierto porque no pueden hacerle daño alguno con los ojos abiertos. Pero en el momento en que hay oscuridad todos salen a su encuentro a advertirle de que están esperando a que se quede dormido. Lo peor de todo es cuando uno de los zombies le confiesa que no tienen intención de matarlo: sólo de hacerle daño, noche tras noche.
Documental
El camino de los ángeles sería su nombre; un falso documental que firmase la pederastia en primera persona, que siguiese a un pederasta desde que tiene sus primeros pensamientos impuros hasta que es detenido por ser miembro de una red de pornografía infantil. Acusaciones falsas pero con un fondo de verdad complicado. Todo hecho con testimonios, imágenes de archivo y un actor que salga de vez en cuando interpretando al protagonista de la historia, con textura de programa de televisión barato y un rótulo superpuesto que diga “Ficción representada por actores”.
Bélica
Historia de un pequeño de grupo de soldados alemanes que durante la Segunda Guerra Mundial se ven en una situación inesperada: colocados en uno de los flancos de retaguardia de la segunda batalla de El Alamein, un accidente fortuito mata a los dos únicos oficiales al mando, dejando a unos cuantos soldados rasos sin cabeza visible, incomunicados, sin órdenes claras y sin saber qué hacer. A lo largo de dos horas vemos cómo van cayendo en una especie de “síndrome del prisionero” donde la inactividad y la espera los vuelven apáticos y aún más estúpidos. Cuando son encontrados por otros soldados alemanes, no queda claro si ellos siguen siendo militares, a qué bando pertenecen o contra quiénes luchan.
2009-04-09 18:19
Dirigiría encantado de la vida la tercera historia, ¡de veras!