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Edición LdN
Butaca no numerada por Alberto Haj-Saleh

Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.

En torno al reprontismo

A Raúl, Miriam y Absence, desde la admiración y el respeto

¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? ¿De donde venimos? ¿Dónde habré dejado las llaves si las tenía aquí delante hace un momentito?

Estas preguntas han perseguido al ser humano desde hace siglos. La necesidad de conocerse a uno mismo ha sido el motor de infinidad de historias y narraciones, de búsquedas introspectivas en el arte y la literatura, de creaciones más o menos enfermas, de enormes tratados de corte filosófico. El problema es que son preguntas que encierran, en su propio enunciado, una imposibilidad de respuesta, ya que camufladas bajo un disfraz de profundidad, en realidad plantea cuestiones de respuesta concreta pero que no se pueden responder… concretamente. Es decir: son preguntas trampa.

Estas preguntas generales se han visto falsamente potenciadas por numerosas películas que han decidido plantear el recorrido de sus protagonistas sobre la base equivocada, esto es, sobre el sentido de la vida. Pensemos, por ejemplo, en la multiconocida película de Jean-Pierre Jeunet Amelie. En ella, una chica francesa de intelecto más bien corto, que trabaja de camarera en un bar poblado de seres extravagantes y que vive en un apartamento en el que una inclasificable serie de objetos kitsch hablan sobre ella mientras duerme, comienza el relato en un estado de semi-depresión al no encontrar un sentido a su vida. Todo cambia cuando, por azar, descubre que su objetivo será “hacer todo el bien que pueda a los demás”. La conclusión de este discurso es evidente: la vida tiene que tener un sentido.

En la realidad, la mayor parte las personas se limitan a vivir como pueden, sin obsesionarse con un sentido único que marque toda su existencia. Así pues, podemos deducir que el cine y la televisión convencional hace con las expectativas vitales lo mismo que hace el cine porno con las expectativas sexuales: defraudar.

La mentira filosófica era algo que parecía inevitable cuando, de Repronto, un equipo de supervillanos del audiovisual bastante inverosímil, decide arrancar en septiembre de 2007 una serie de televisión por internet, videoblog, o como les apetezca llamarlo, denominada Reflexiones de Repronto. En menos de diez minutos, Raúl Minchinela toma la mefistofélica forma del Doctor Repronto y pone la cara y la voz a un cerebro colectivo de pensamiento único, y a ratos aterrador, para trasladar de forma impecable, y a ratos imposible, el ensayo rabiosamente contemporáneo al formato vídeo. El aspecto retro de Reflexiones de Repronto no es más que una necesidad estética que no oculta, sino que refuerza, lo extremadamente vanguardista de su planteamiento. Allá donde el cine, las series, los programas del corazón y el canal Intereconomía buscan ridículamente una respuesta al todo universal, el Dr. Repronto y sus secuaces elaboran sin respiro un sinfín de preguntas inéditas, a cada cual más particular.

En resumen, Reflexiones de Repronto , uno de los productos audiovisuales más innovadores, refrescantes, lúcidos y brutalmente interesantes de la última década, no trata de responder a verdades universales, sino que reformula nuevas verdades que en lugar de responder a todas las cuestiones del ser humano, analiza cada una de sus minúsculas partes con una precisión quirúrgica.

(Reflexiones de Repronto está en estos momentos en la segunda mitad de su segunda temporada, y se emite los días 1 y 15 de cada mes)

Alberto Haj-Saleh | 04 de marzo de 2009

Comentarios

  1. gatavagabunda
    2009-03-04 12:27

    Ha clavado usted en el artículo la cadencia y maneras de los discursos de Minchinela. Pero clavado, clavado…

    :-)

    Y dígame, sr. Haj-Saleh, “¿es el programa Muchachada Nui un programa de servicio público?”

  2. Roberto Amaba
    2009-03-04 13:39

    Hola,

    No lo conocía pero estoy viéndolo y se demuestra una vez más que los medios de comunicación habituales van horas, días, meses o años, por detrás de las ideas; de las necesidades de la gente mejor no hablar porque ni las contemplan, bueno sí, las contemplan para crear unas falsas, como bien dices.

    También me viene a la cabeza el desastre casi general y en todos los aspectos, que han sido los llamados “programas educativos” en televisión.

    Un saludo.

  3. Marcos
    2009-03-04 20:24

    Sí señor, todo un ejemplo de imaginación y aprovechamiento de recursos.

    Saludos

  4. santiago
    2009-03-08 20:21

    ¿Donde está mi primo y que ha hecho usted con su columna, diabólico Dr. Repronto?

  5. ddaa
    2009-03-17 18:35

    Es que los medios de comunicación están para idiotizar e imbecilizar aún más a la peña, y artefactos como Repronto intentan lo contrario. Por eso no hay lugar para un programa así en nuestras televisiones. Que siga en Internet ese invento del maligno, según los muñecos de ventrílocuo de los telediarios por muchos años.


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