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Butaca no numerada por Alberto Haj-Saleh

Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.

La estrategia de la dignidad

Supongo que una de las peores personas para tener una discusión sobre casi cualquier película es Alvy Singer, uno de esos tipos que te abruma con referencias, citas, perspectivas extremadamente pulidas y una dialéctica de esas arrebatadora. El día después de los premios Goya nos estuvimos peleando un buen rato a costa de El truco del manco (Santiago A. Zannou, 2008) y su visión deprimida y determinista de la vida en los barrios marginales del extrarradio. No comparto su fobia a la película (soy tan cabezota como él, como mínimo), pero volver a ver esa pequeña maravilla llamada La estrategia del caracol (Sergio Cabrera, 1993) si me hace acercarme a esa idea de que existe otra manera de hablar del barrio.

La trama es sencilla y hasta rutinaria: un grupo de vecinos de un bloque ruinoso de un barrio periférico de Bogotá reciben una orden de desalojo por parte del propietario del inmueble. Lo que no sabe el dueño es que entre los vecinos hay dos huesos duros de roer: el abogado “Perro” Romero (Frank Ramírez), dispuesto a retorcer la ley todo lo que sea necesario para retrasar el desalojo; y el anarquista español exiliado Don Jacinto (Fausto Cabrera), hábil estratega militar e idealista convencido. Ellos dos serán los cabecillas de una estrategia (así lo llaman todos) con la que conseguirán unir a todos los vecinos en un único objetivo: evitar por todos los medios que les expulsen de su hogar.

Estos elementos son conocidos por todos nosotros. Hace cuatrocientos años Lope de Vega escribió Fuenteovejuna, donde todos los vecinos ya hacían piña con una sola voz para enfrentarse a la ley por el bien de la justicia. Partiendo de esa misma base Cabrera elabora una preciosa fábula, pintadas con trazos de Capra y De Sica, donde cada personaje funciona en una triple vertiente: como arquetipo, como engranaje de un guión que no deja nada al azar y finalmente como parte indispensable de ese personaje colectivo que son los habitantes del edificio Uribe.

Así, los villanos de la historia, el desganado y aburrido propietario Doctor Holguín (Víctor Mallarino) y el ridículo abogado Mosquera (Humberto Dorado), son dos malvados de opereta de los años 20, perversos y ruines, alejado de los plebeyos el jefe, víctima de todos los pecados menores el letrado; Romero y Jacinto son los líderes del grueso de los vecinos, las dos caras de la misma moneda: la fe en la ley de uno complementada con los “recursos de emergencia” del otro. Y tras de ellos una colección inolvidable de secundarios fundamentales, cada uno a su manera: el joven chapero disfrazado de chica, el fraile que lleva las cuentas, el ladrón que mientras dura la estrategia no roba, el buscavidas con una serpiente de mascota, la beata fundamentalista… teselas de un mosaico increíble que encaja a la perfección dentro de un solo ente dirigido a un fin común.

En efecto, querido Alvy, ese barrio de Bogotá es bien diferente al de la película de Zannou. O más bien es muy parecido, sólo que en este caso sus integrantes, al menos sobre los que se fija la cámara, no se dejan llevar por la corriente violenta que les rodea sino que deciden al unísono pelear por algo que sólo tiene valor al mencionarlo en voz alta: su dignidad.

Alberto Haj-Saleh | 04 de febrero de 2009

Comentarios

  1. gatavagabunda
    2009-02-04 11:09

    Ciertamente muy bonita la película de Cabrera; coincido en ese toque De Sica. Es además una forma de mostrar una realidad muy dura de la manera más optimista posible (que viene a ser riéndose de ella).

  2. Leon
    2009-02-04 17:10

    La pelicula de Cabrera es una maravilla, redonda, de la que se me quedaron 2 cosas, el anarquista poniendo en el tocadiscos “a las barricadas” y luego la increible forma de hablar del buscavidas de la serpiente. Menudo dominio del lenguaje.

  3. elhilodeariadna
    2009-02-04 19:13

    Maravillosa. Una de las películas más emocionantes que vi jamás. Una de estas películas que una encuentra por casualidad, un día que fue al cine para pasar la tarde…

  4. Juan Jose
    2009-02-05 06:26

    Alberto, emociona ver la recordación y el impacto causados por esta película de Sergio que no es en un barrio periférico, sino en pleno centro de Bogotá, lleno por la época de Inquilinatos del estilo, caracterizados por la solidaridad de sus habitantes en una abierta lucha de clases que culmina con un acto de connotación marcial: La bandera de Colombia en el el cerro que será otra invasión, generalmente en zona de riezgo. Alli es donde Sergio nos cuestiona sobre la ausencia del Estado en la solución de conflictos y nos muestra el valor de la gente para encontrar soluciones, asi sean temporales.

  5. Alberto
    2009-02-05 10:15

    Bueno, Juan José, como me dijo una vez mi ex compañero de piso, que esté en el centro no lo hace menos periferia :-)

    Muchas gracias por los comentarios, me sienta bien ver que el mero hecho de mencionar esa película hace que los que la vieron no puedan resistir comentarla.

    Saludos a todos.


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