Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.
(NOTA: Este texto, así como los siguientes de esta serie que se irán publicando en los próximos meses, forma parte del artículo ‘Primeras páginas de un autárquico. Nanni Moretti antes de Caro Diario’, publicado originalmente en la revista Cámara Lenta, Número 3, Otoño-Invierno 2007)
“El cómico anida en los nudos de la historia como si fuera una herrumbre corrosiva. Es algo que nace de unos cambios radicales en la escala de valores, por los cuales lo que ayer era real y, por lo tanto, sagrado, hoy se ha convertido en algo irreal y, por lo tanto, desacralizado”.
El que escribió estas palabras fue Alberto Moravia, intentando plasmar en palabras su estupor y sorpresa después de ver el primer largometraje de un joven (apenas 23 años) cineasta italiano, una película rodada con presupuesto mínimo con una cámara casera de 8 Mm. El director era Nanni Moretti y la película Io sono un autárchico (1976) , un filme rodado entre amigos que había conseguido un éxito inesperado en un cineclub romano. Su popularidad fue tal que la película fue adaptada a 16 mm y proyectada en otros cineclubs de la capital italiana, en Paris o en Roma.
El asombro de Moravia estaba más que justificado. Moretti es una especie de cronista francotirador de su generación, no necesitó perspectiva para hablar de su tiempo con absoluta lucidez. Ver las películas de Moretti en los años 70 y 80 es comprender la realidad de la juventud burguesa de aquellos años en Italia, una juventud marcada por un espíritu que añoran, el de los revolucionarios del 68, pero que no les ha tocado vivir.
Nanni Moretti no alcanzó popularidad en España hasta 1994, donde su Caro Diario logró un cierto éxito, avalado por el premio al mejor director en el Festival de Cannes. Pero hay todo un cine desconocido en nuestro país hecho con anterioridad a esta película, una historia de obsesiones, crítica política y un cierto aire melancólico que comenzó en aquel “autárquico” 1976.
Los desterrados del 68 – Io sono un autarchico (1976) y Ecce Bombo (1978)
El objetivo central de los disparos críticos de Moretti es él mismo, o más bien la generación y el entorno que le ha tocado vivir. En Io sono un autarchico aparece por primera vez su alter ego, Michele Apicella, obsesivo, maniático, en muchos aspectos un sociópata a ratos algo mezquino que trata de convivir con una realidad que no es en absoluto la que él habría soñado, aquella de las juventudes estudiantiles revolucionarias del 68, sino la de sus hijos, los de finales de los 70, que de los ideales revolucionarios sólo han recolectado la forma, la superficie. Michele es un estudiante padre de familia que sobrevive “independizado” gracias a la ayuda paterna. Cuando su mujer lo abandona dejándole el hijo común a su cargo, él es incapaz de afrontar esa responsabilidad en ningún sentido. No se trata de un complejo de Peter Pan, es directamente una negación de la transición a una vida adulta que significaría la renuncia total a un modo de vida libertario, pero falso-libertario, que se hace humo en cuanto se escarba un poco. Al mismo tiempo Fabio, su amigo, intenta poner en pie una obra de teatro experimental cuyo único objetivo es, precisamente, esa experimentalidad. Fabio vive obsesionado con conseguir un crítico que acuda a la representación, pero se olvida de dotar de un contenido a la misma. El tercer amigo, Giorgio, sobrevive haciendo sustituciones como profesor de secundaria, pero cada nueva llamada del estado para una incorporación supone para él un ataque de ansiedad.
Moretti pone a sus personajes al borde del ridículo continuamente, deja que se definan ellos mismos por sus acciones, revestidas de profundidad aparente pero vacías en cada uno de sus movimientos. El hecho de que Michele trate de volver con su mujer, Silvia, sólo para poder aferrarse a la tranquilidad y seguridad que ésta le proporcionaba; el debate que intenta proponer Fabio al final de su representación teatral, donde se pierde entre sus propias palabras y acaba quedándose sólo, abandonado del crítico, del público y de su propia compañía; la propia vacuidad, en fin, del crítico teatral, que gira y gira entorno a su comentario sin llegar a dar una opinión concreta. “Lo importante para nosotros es que parezcamos rebeldes”, parece decir la película, pero al final sólo queda el poso de soledad del que empeña la vida en la mera apariencia.
A pesar de lo triste de su trasfondo, Moretti no deja de lado la comedia en estas primeras películas. Lo grotesco de los personajes que pueblan su universo acaba por resultar hilarante y nos descubrimos carcajeándonos ante la desfachatez de muchos de ellos. Esto se hace mucho más evidente en Ecce Bombo (1978) su segundo largometraje, esta vez filmado en 16 Mm. El propio director concibió su relato como un drama, no pensaba que podía ser considerado comedia: “Estaba convencido de haber hecho un filme doloroso, que contaba un fragmento de la realidad muy concreto y poco representativo de la juventud italiana. Me podría haber esperado cualquier cosa menos lo mucho que se identificaban con él, incluso por parte de personas muy alejadas de lo que cuento”.
La historia de Ecce Bombo guarda muchas similitudes con la del anterior film. De nuevo un grupo de amigos veinteañeros, capitaneados siempre por Michele Apicella, aparecen como protagonistas absolutos de una especie de zoológico humano, dentro de una jaula llamada Roma donde se desenvuelven pesadamente sin buscar un objetivo fijo, sin tener un leit-motiv que los guíe dentro de su apariencia revolucionaria. Esta vez Michele está insertado en el seno de su familia, un microsistema en el que se desenvuelve mal y de forma agresiva pero del que no se puede desprender. En esa familia cohabitan tres generaciones que no se comprenden entre sí pero que se mueven dentro de la misma inconsistencia moral e ideológica (la propia hermana pequeña de Michele, Valentina, se une a la ocupación de su escuela, tal y como hizo su hermano mayor y probablemente su padre diez años atrás. Sólo que ahora no hay razón en sí misma para dicha ocupación.)
Michele comanda el grupo de cuatro amigos que dejan pasar sus vidas entre la inquietud de los estudios inacabados, el trabajo rutinario y alienante y la angustia de un futuro poco perfilado. Uno de ellos, Mirko (Fabio Traversa, uno de los actores fijos en las primeras películas de Moretti), propone crear un grupo de autocomprensión masculina, donde en teoría podrán hablar de ellos mismos con sinceridad y desde el fondo del alma. La conclusión es desoladora: no saben comunicarse, no saben escucharse porque sólo saben hacer grandilocuentes discursos vacíos de contenido. La vida social, sentimental o familiar no cabe dentro de ese mundo que mira hacia dentro continuamente y la incomunicación es la que preside las relaciones.
2009-01-21 11:28
Dices en tu artículo: “Ver las películas de Moretti en los años 70 y 80 es comprender la realidad de la juventud burguesa de aquellos años en Italia, una juventud marcada por un espíritu que añoran, el de los revolucionarios del 68, pero que no les ha tocado vivir.”
Todavía hoy este mensaje sigue teniendo pleno sentido.
¿Eran estas dos películas de Moretti las que no se pueden encontrar subtituladas o dobladas al castellano?
2009-01-21 11:46
“Ecce Bombo” creo que sí se puede encontrar en español con el nombre “Traperos”. “Io sono un autarchico” creo que no tiene subtítulos, al menos yo nunca los encontré. A ver si un día me animo y los hago…
2009-01-21 20:54
Pues a ver si te animas, porque por lo que has escrito tienen muy buena pinta. Claro que a veces tus análisis superan a las obras.
2009-03-09 14:39
Ayer precisamente estuve viendo “Caos calmo” y me encantó. Que buena sorpresa encontrar tu escritura; me has instigado a buscar esas películas. Sería muy de agradecer si alguien las encuentra subtituladas. Un saludo.
2010-02-21 08:48
Está muy interesante el artículo. Felicitaciones por el análisis.
2012-03-04 00:56
Hace años (doce, quizás – glubs) programaron un ciclo de Moretti en la filmoteca de Madrid y me vi algunas de las pelis de esta primera época; Palombella rossa me encantó, las demás se mezclan en mi cabeza. Pero recuerdo escenas que conseguían hacerme reir en el momento y luego recordándolas. Grande.