«El mundo ha cambiado. Francia se ha movido. Luego la política debe cambiar», estas palabras fueron pronunciadas ayer por Ségolène Royal, la mujer que más posibilidades ha tenido en la historia de Francia de llegar a la jefatura del Estado.
El trinunfo de Ségolène sobre los dinosaurios socialistas franceses, ha puesto en evidencia la necesidad de renovación ideológica de la izquierda, en general y de su partido en particular recordándole a la vieja guardia que necesitan volver a conectar con las necesidades de la ciudadanía, tener en cuenta otras perspectivas hasta ahora ausentes y empezar a organizar sus ciberlobbys. Algunas de sus propuestas son inaceptables para los socialistas históricos como crear campamentos militares para los jóvenes delincuentes o la constitución de jurados populares que vigilen a los cargos electos; por eso entre otras cosas la ubican a la derecha de la izquierda. Otro efecto que ha desatado su campaña es la misoginia latente que también existe en su grupo político. No han faltado ataques machistas como los que se han verbalizado en las primarias socialistas francesas, y que probablemente sólo sean un anticipo de lo que queda por venir; si no ya me dirán a qué viene que los medios de comunicación hayan vertido ya tinta utilizando apelativos como “la nueva heroina rosa” o la princesa socialista . Estoy convencida de que ésa no sería la forma en que tratarían a un candidato varón a la presidencia francesa.