En demasiadas ocasiones las tragedias humanas tienen un valor meramente numérico para los medios de comunicación. ¿Quién no recuerda el desastre del camping de Biescas y el vergonzoso contador de muertos en el que se convirtieron radios y televisiones, por poner sólo un ejemplo? Eduardo Laporte, Las personas tienen nombre: “El Holocausto acabó con la vida de seis millones de judíos. Pues seis millones de judíos menos, podría pensar un viandante cualquiera un poco naïf, un poco despreocupado, un poco frivolín. Oh, sí, qué pena, ¡pobres!, dirá luego como para quitarse problemas. Pero el caso es que cuando se piensa en millones, ni se siente ni padece. Basta una sola unidad de todos esos seis millones para entender mejor el genocidio, basta pensar en Ana Frank. Por eso la literatura, el cine, es importante, me temo. Traductores de cifras.” Parece claro que los únicos números que conmueven son los números con apellidos.