Ya tenemos nueva moda: hasta el más ínfimo y raquítico caso de PRESUNTA corrupción urbanística es portada de periódicos y apertura de telediarios; los mismo periódicos y telediarios que ignoraron toda esa basura durante décadas. Por eso es imprescindible el nihilismo clarividente de Carlos Alonso Romero, que en Falso, todo falso habla de esta pariencia tan barroco que lo cubre todo: “Parece que una cretina y falsa autoadulación sigue incrustada en el aparato mediático. Ahora, después de que la industria inmobiliaria en España se haya colocado la primera del mundo, después de haber arrimado cinco empresitas españolas al ranking de las ocho mayores depredadoras mundiales, con todo el proceso de acumulación realizado, consolidado y a pleno rendimiento, pueden verse y escucharse periodistas que dicen “destapar” escándalos municipales de “corrupción” urbanística. Y lo dicen entre anuncios de polaris guol. Pirómanos gritando fuego.”