Carlos Floria escribe un muy ilustrativo artículo sobre la violencia en el fútbol; analiza primero la violencia que precedió a la guerra en los campos de fútbol yugoslavos, la compara con lo que está sucediendo en los argentinos y saca conclusiones políticas: “Si en los tiempos de (relativa) paz aquel periodismo proclamaba la necesidad de pacificación de las barras, en tiempos de guerra se inclinaría en favor de su comportamiento militarizado. ¿Cómo era posible ese cambio de barras incontrolables a combatientes disciplinados batiéndose por la causa del Estado y de su pueblo, esa metamorfosis profunda?
Algunos análisis que Iván cuestionaba sostenían que el mundo del orden militar se había impuesto al libertinaje. Iván apelaba a la etnología y a la sociología recientes para sostener que el mundo aparentemente desenfrenado y caótico de barras e hinchadas extremistas estaba, en la realidad profunda, regido por un «orden». Sus comportamientos obedecían, de hecho, a códigos y protocolos tácitos que se remitían a una disciplina y a una jerarquía. El grupo violento era animado por el espíritu de organización y de sumisión que se manifestaba en la guerra, sin renunciar a la identidad de la «barra» en tiempos de paz.” Fútbol, hooligans y violencia.