Lobo, en Puertas a un mar de armas afronta el espinoso asunto del tráfico de armas, próspero y vomitivo negocio de muchos gobiernos y empresas y, antes de marcar algunos caminos a seguir por los ciudadanos al respecto, muestra su escepticismo: “He vivido el asunto de las campañas y los «días mundiales/internacionales de…» desde los dos lados: Como militante que forma parte de una organización o movimento con una causa y como ciudadano. Y sé que todos estos saraos los lanzan en muchas ocasiones quienes trabajan los 364 días del año restantes con la única esperanza de que al menos por una vez se hable del tema en los medios. Lo que me provoca escepticismo son las campañas con objetivos ambiciosamente amplios: «Acabar con la pobreza mundial». ¿Qué poderes públicos han de sentirse conmovidos por una movilización mundial? Yo soy de objetivos más modestos. Empecemos por la cuestión de la deuda externa o la Política Agraria Común («la PAC mata» dicen los Radicales). ¿Realmente será eficaz una legislación internacional? Teniendo compañías localizadas en paraísos fiscales que en aviones ucranianos matriculados en Chipre proveen de armas de Europa Oriental a milicias africanas es evidente la necesidad de una legislación internacional.”