Yo no sé por qué se olvida tanto a Roque Dalton y tan poco a otros muchos aburridos; independientemente de sus batallas más o menos políticas, detrás había un poeta grande. Arlo Ernesto Salazar, un poco meloso quizás, elogia al poeta salvadoreño: “El más grande logro de la poesía de Roque Dalton es que uno puede pasarse la vida estudiándola y esa vida que la busca, si se aplica a la tarea, es capaz de abarcar esa obra. Su materia es maciza, delicada, y auguro que jamás adolecerá de caducidad. Además tiene la gran supremacía sobre muchas otras obras escritas ya sea a partir de ella o en contra de ella de no tolerar una sola aporía. No es inmediatamente asequible, eso sí, pero su lenguaje es de éste mundo. Comparte con los grandes poetas de todos los tiempos el amor y la necesidad de pulir el verso, aún el concebido entre las gambetas y los sinsabores de la clandestinidad; todo en ese empeño es alambicado por parejo y logra sus cometidos y la expresión es cosmopolita, humorística o vernácula, pero siempre inteligible. Recuérdese aquí la ironía de «Las historias prohibidas del pulgarcito» donde se puede leer: «Aliviado está el enfermo, que ya se caga en la cama.» En ese, y en la mayor parte de sus libros, Roque se aplicó a cumplir con la máxima de José Martí que reza: «el humor y la sátira tienen que ser a la sociedad como un látigo con cascabeles en la punta.» “ La vida poética de Roque Dalton.