En el Retrato hablado de un operador (agradeceré que alguien me explique qué son exactamente, al menos en Chile, por favor) Víctor Maldonado da toda una clase de historia reciente de la clase política y sus modos y su ética o la falta de ella; y la anécdota final, que no copio aquí, es preciosa: “Los operadores son expertos en el uso eficiente del poder partidario con la finalidad de generar más poder partidario donde estén. Si alguien aprendió sólo eso, es porque sólo eso le enseñaron. Si a alguien se le olvidó enseñarle ética, es ése quien está en deuda. Si no se tiene el hambre por aprender y superarse cada día, y lo que le queda es el hambre a secas, la mediocre es su organización partidaria. Si no sabe vivir fuera de la política, tampoco sirve para la política: alguien lo transformó en parásito y quien así procedió es peor que un parásito. Los operadores son como choferes, ajedrecistas, dentistas o bailarines de ballet: hay buenos y malos. De lo que hay que preocuparse es de sanear el lugar donde nacen, se forman y viven. Es necesario volver a sentir orgullo de ser militante, y eso ocurrirá cuando los dirigentes cambien de “¿dónde voy que me puedan pagar?” a “¿dónde voy que pueda servir?”. Si no pueden cambiar de pregunta, mejor cambiarlos a ellos.”