Robert Fisk se lanza a recordar las clases de historia romana de su profesor Malcolm Willcock y a través de ellas va creando un paralelismo sutil y afilado con la actitud de los Estados Unidos en Irak. Ecos del imperio romano: “Lo que Roma sí proyectaba era la idea de «pertenencia». Cada pueblo conquistado adquiría la ciudadanía romana. Pensemos por un momento qué habría pasado en Bagdad si a cada iraquí se le hubiera ofrecido en 2003 un pasaporte estadunidense: ¡nada de insurgencia ni de guerra, ninguna baja estadunidense, puro amor y deseo de todo ser humano en el sureste de Asia de ser invadido por George W. Bush! Una vez hice este planteamiento a un oficial de la CIA en Amara – sí, esa misma Amara que se salió del dominio británico el mes pasado y que será la herencia de Tony Blair cuando deje el cargo -, y se mofó de mí. «No vinimos aquí a beneficiarlos», me dijo. ¡Ah!, ¿pero qué no era a eso?”.