Álvaro Medina parte de la pen drive como símbolo cuasi religioso para elaborar toda una filosofía pesimista sobre la identificación del ser humano contemporáneo con la tecnología que le rodea: “Los significados relacionados con la memoria digitalizada también ya han pasado al plano lingüístico y nos identificamos con estos neologismos: hablamos de nuestro cerebro como de un «disco duro»; o que vamos a «resetearnos», cuando necesitamos un descanso. El vocabulario de esta religión digital se ha instalado y predomina en las nuevas generaciones hipertextualizadas, acostumbradas a pensar en su memoria como si estuviera viendo el Explorador de Windows, como un sistema compartimentado, dividido en carpetas y subcarpetas, en archivos y en formatos.” El crucifijo de la religión contemporánea.