Juan Freire cuenta la historia del intento y fracaso de Henry Ford por construir en el Amazonas una especie de industria con su ciudad poniendo en práctica el fordismo social; Fordlandia: una utopía fordista para la selva amazónica: “Pero empezaron los problemas: calor y humedad insoportables (al menos para el estadounidense medio), malaria, sequías, y, sobre todo enormes dificultades para domesticar un territorio «salvaje» que se resistía a ofrecer rutas de transporte y espacios amigables para la construcción. Las «innovaciones urbanas» importadas por la Ford fueron en ocasiones mal aceptadas por los brasileños, los seringueiros dedicados a recoger el caucho. En los años 90 aún era posible descubrir algunas de esas innovaciones, aceras y ventanas, que seguían siendo extrañas (y posiblemente poco útiles) al paisaje amazónico”