"Tengo 32 años y estoy pensando en extender mi línea genética y no me tiembla el pulso al pensar que un vástago mío se vicie con los videojuegos al igual que yo. Sin embargo, me da pánico que se pueda repetir un patrón de ausencia paternal crónica y falta de orientación educacional adecuada. Me repugna ver gente que no ha abierto un correo electrónico en su vida opinar sobre la epidemia de la GameBoy y no contemplar que esas dos horas diarias de consumo electrónico se restan del consumo televisivo. De que si sus hijos no se comunican en casa es por culpa de Nintendo y no de que no se les habla en códigos que entiendan." Juan Pablo Seijo:
Soy un adicto a los videojuegos.