Manuel Rico se ha quedado igual de estupefacto que yo al escuchar las razones del líder de la oposición para no firmar un pacto —muy electoral-oportuno, por otra parte— contra la corrupción urbanística —si eliminasen el adjetivo todo cobraría mayor seriedad—, un compendio de maniqueísmos elusivos dignos de figurar en una antología, cualquiera: “La verdad es que la periodista del diario de Pedro J. ha estado muy certera: «Sobre los escándalos, fue implacable». Tan implacable, tan implacable, que el PP mantiene en su cargo a una decena de dirigentes locales imputados por corrupción urbanística. Es más, está previsto que la mayoría de los imputados repitan en las elecciones municipales de 2007. Si llega a ser tibio con los escándalos, el Señor No nombra portavoz parlamentario al típico político que haya entrado en la cosa pública para forrarse.” Los corruptos son los otros.
2006-10-24 14:22
Todo este asunto resulta cómico. Es una mera acción cosmética.
Muchos cargos políticos y empresas implicadas recibirán una simple amonestación y seguirán con los bolsillos llenos. Una solución razonable sería convertir los recursos que han obtenido irregularmente en un fondo destinado, por ejemplo, a viviendas sociales.
2006-10-24 19:04
Con los traficantes de drogas se usa. Lo de confiscar bienes, digo. Se les destina a finalidad social. A los bienes confiscados, no a los traficantes ni a los corruptos (lo digo por si no hubiera quedado claro).