Requiem por la fotografía analógica. Esteban Peicovich: “Tal vez sea la primera vez que alguien reparó en él como sujeto, no como objeto. Pero se trata de él. El humilde cilindro que, por cientos de millones, durante décadas le prestó a la humanidad el servicio de copiarla, guardar sus infinitas variaciones y sostener su memoria paso a paso, clic a clic. Que merezca un primer plano nítido y hasta el lujo de un rulo de celuloide que lo enmarque es porque justo a él, y no a otro, le tocó ser el último rollo de película fotográfica producido por la fábrica de Fuji en Holanda. Una mirada de baja sensibilidad no le daría importancia al dato. Pero sucede que el pequeño elemento lleva en su currículum un valor agregado: esta factoría fue el último lugar de Europa en producirlos. Fueron 24 años dedicados a encapsular por millones la sombra virgen, absoluta. Con el arribo de la técnica digital, el soporte de celuloide pasó a museo y ahora forma parte de la historia de la fotografía.” Cuando un testigo se va.