Siempre pasa lo mismo: el entusiasmo hacia las posibilidades se convierte en desencanto y sensación de impotencia. Javier Flores: “Si alguna virtud tuvieron las elecciones del 2 de julio de 2006 es que dejaron al descubierto aspectos que normalmente se encuentran ocultos. Lo primero que hay que destacar es que la democracia mexicana es una falacia. Es la zanahoria que el poder pone por delante. Un concepto que han enseñado a todos a venerar (exitosamente), sean de izquierda, centro o derecha, pero que es una aberración. Ni aun en su forma más pura está exenta de anomalías. La democracia representativa, por ejemplo, anula la individualidad. Además hay que examinar el discurso: avanzamos hacia la democracia, México evoluciona hacia la democracia, perfeccionamos nuestra democracia, creamos instituciones para arribar a la democracia. Casi nadie se detiene a pensar que estas frases implican la aceptación de que no hay democracia; apenas vamos hacia allá. ¿Por qué nos quejamos de un fraude, si apenas estamos construyendo una democracia que no tenemos? Además, cada vez que se crean nuevas instituciones para “avanzar hacia la democracia” surgen simultáneamente en México formas más sofisticadas para burlarla. No es más que una trampa que cada vez sale más cara. Una fachada para ocultar el control sobre los mexicanos. Es un teatro, una representación… Una tontería.” Contra la democracia.