Jürgen Schuldt analiza el funcionamiento del FMI y su actual estructura democrática con un reparto de votos cuando menos deficitario, y concluye: “En pocas palabras, es una pena que después de sesenta años de funcionamiento —creado en 1944, inició sus actividades en julio de 1946— el FMI, que se pensaba iría a convertirse en el Banco Central Mundial, se haya mutado en un pordiosero (¡revise usted sus cuentas oficiales!) y sus reuniones anuales en meros eventos sociales. Y, para colmo, con los países emergentes en apuros se comporta como Procusto, ese personaje mitológico que poseía una posada en un lejano paraje y ofrecía humildemente su cama a cualquier viajero que se aproximara. Luego de unas buenas copas, lo ataba y, si su estatura desbordaba el largo de la cama, le amputaba las piernas para ajustarlas a ella. En cambio, si la litera era más larga que el invitado, le amarraba pesos y cadenas para estirarlo, ajustándolo al tamaño de la litera. Posteriormente desmembraba e ingería a sus huéspedes.” ¿Quo Vadis FMI?.