Los cien años que hace que se publicó
El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad lo celebro yo anotando aquí la celebración que anota Adolfo Ramírez Corona en su bitácora, nombre éste que cobra todo su significado en
Joseph Conrad: La paradoja del marino sedentario, porque allí nos regala la pequeña historia de su lectura de la novela: “Pero con el tiempo descubrí que el barco en realidad no se movía. La nave era un centro inmutable. Eran los puertos, las costas, las planicies, los recuerdos, las sirenas y los archipiélagos los que pasaban delante de nosotros. Y el mar de noche. ¡Ah!, el mar en tinieblas.”