Carlos Alonso Romero escribe Contra la seguridad, en concreto contra la seguridad en los aeropuertos, que tacha de inútil, y a la que encuentra varias contraindicaciones: “Estímulo de la inteligencia terrorista. Una tecnología casera y barata deja atrás con rapidez cada nuevo hito de la seguridad planificada —armas de cerámica o plástico, explosivos líquidos de mezcla, cinturones de cuero que ocultan un set de ganzúas y navajas: un servidor ha visto fotos de una asombrosa cantidad de gadgets e inventos «para el terror»—. Los controles que se impongan en adelante serán sorteados de la misma gloriosa manera. Apuesten lo que sea. Contra un decidida voluntad de morir matando no hay tecnología que valga. Además: cualquiera diría que sólo en el equipaje de mano caben bombas, o que un guardia civil con un aparato de rayos X es capaz de distinguir un ordenador portátil de un ingenio explosivo con un radiotransistor. Cuanta ingenuidad.”