Da gusto ver ganar a la selección española el Mundial de baloncesto y que lo haga casi en silencio, sin fanfarrias ni una cámara en el culo de cada jugador, sin tener que saber qué comían y desayunaban, ni si le dolía un poco la tripita a patatín o si patatán se cortó el pelo. Todo se redujo a un patrioterismo consumado, a un ahora que ganó hay que estar y aprovecharse. Para los que estuvimos ante el televisor la madrugada del verano del 84 viendo la final contra Estados Unidos El baloncesto puede ser maravilloso, de Íñigo Sáenz de Ugarte, nos traerá agradables recuerdos: “El Mundial de España de 1986 se ‘futboliza’ y comienzan las expectivas exageradas, las victorias aseguradas antes de empezar a jugar, el triunfalismo idiota que menosprecia a los adversarios. Un quinto puesto que no está nada mal, pero que sabe a poco.”
2006-09-04 10:50
Falla el enlace, Marcos. Creo que hay una coma suelta.
Saludos.
2006-09-04 11:20
Arreglado. Muchas gracias por estos avisos, sino muchas veces quedaría así por los siglos de los siglos. Amén.