Grande José Luis Alvite, Trasplante a un cadáver: “Es así como se construyen las biografías interesantes, esa cosa que nada tiene que ver con el currículo, que no es más que una reiterativa acumulación de simples bagatelas profesionales, el aburrido sustitutivo de las auténticas emociones vitales, el eufemismo que suele esconder la vulgaridad de las vidas corrientes, nuestras cochinas vidas, llenas de cumpleaños, asociaciones de vecinos y un puñado de estúpidas enfermedades que ni siquiera padecen todos los cerdos. No puede uno sentirse satisfecho de llevar una vida así. Tendríamos que habernos sublevado a tiempo. Nos faltó decisión para cambiar de rumbo. Tal vez nos pudo el confort, la seguridad, o ese maldito servilismo social al que solemos llamar solidaridad. Claudicamos creyendo que la siesta era una práctica de riesgo y que el equilibrio moral consiste en no vomitar durante el orgasmo. Nos enfrascamos en la familia porque nos servía de cobijo y nos aseguraba la cena, y ya era tarde cuando descubrimos que en realidad la familia sólo sirve para hacer planes mientras aprietas el culo en la cola del retrete. ¡Joder, muchacho!, si echas la vista atrás y haces recuento de lo que fue hasta hoy tu vida, comprendes con espanto que lo único cosmopolita en tu maldita existencia fue la taquillera del cine. Carecemos de una biografía que resista diez minutos de lectura.”