Es claro que, a pesar de las inmensas oportunidades e ingentes recursos que la red le da a las letras, internet es de los tecnófilos. Lo vemos en cualquier ranking de bitácoras, por ejemplo. Y J.J. Merelo centra el asunto en el buscador: “La internet está llena de literatura. Aparte de los trabajos libres en el proyecto Gutenberg y otras obras literarias de licencia libre, hay docenas de blogs literarios, y hasta puedes buscar dentro de libros usando A9 o Google Print.
Pero ni el buen paño en el arca se vende, ni la buena obra literaria en los motores de búsqueda se encuentra. Por varias razones: el pagerank no tiende de calidad literaria, y si escribes, digamos, relatos e amor, puedes esperar cualquier cosa. El pagerank entiende de hipertextohipertextualidad, y el Quijote tiene pocos enlaces.
Lo bueno, además, no tiene por qué ser libre. Los buscadores te dejan leer unas cuantas páginas, que puede estar bien para un relato breve, pero no para una novela. Además, generalmente cuando la gente se mete en internet y va a un buscador, lo hace con pocas ganas de leer nada más largo que tres o cuatro párrafos: la actitud es totalmente diferente de la que tiene uno cuando se dirige a la biblioteca.” Google contra la literatura.