Claudio Koremblit: “Podría decirse que la influencia de Sonic Youth es múltiple, pero hay una idea fundamental: la improvisación en el rock puede ser más libre. Libre de escritura pero también de melodía, de acordes tonales, de compases prefijados, libre del blues y de jerarquías culturales. Una música que nunca podría ser repetida como algo fijado: el instante de la vibración de las cuerdas y los parlantes, el contacto de lo sónico con oídos, mentes y cuerpos presentes, son momentos únicos y siempre serán distintos, si la música está viva. Es también la puesta en acción del punk que toma conciencia de su valor ético y estético y sale a buscar sonidos nuevos, que se regeneren a cada paso. La vieja idea de una revolución permanente. Como recuperando y poniendo en juego una vez más la antítesis setentista del rock: comercial o progresivo. Dejando a un lado las frivolidades que tanto agradan al aparato consumista y concentrándose en lo esencial.” La guitarra, el ruido y la furia.