Camilo José Cela Conde: “¿Su pecado? Plegarse a las exigencias del mundo del espectáculo. A quienes corren la Vuelta a España, el Giro de Italia y no digamos ya el Tour de Francia se les piden hazañas imposibles no ya para el espectador que contempla a los ciclistas subir puerto de montaña tras puerto de montaña bajo el sol del verano sino incluso para los profesionales. Este año se decía que, tras las secuelas de la operación policial española contra la red de dopaje, había vuelto el ciclismo limpio y que, con él, se había recuperado la épica del sufrimiento digamos natural. Ya se ve lo que ha durado esa utopía. La razón es bien simple: no resulta posible en condiciones normales hacer frente a la demanda de citius, altius, fortius que es, no lo olvidemos, el lema olímpico. Ser más rápido o más fuerte, volar más alto, son objetivos que alcanzan pronto los límites de la naturaleza. ¿Habrá que exigir a los deportistas de élite que mueran tras la gesta, como el soldado Filípides al terminar su carrera que dio lugar, veinticinco siglos después, al maratón?” Deporte bajo sospecha.