En la avenida no se veía el final de la gente, y el Gobierno dice que eran 15.000. Parece que las protestas les han hecho daño. Si no, los líderes sindicales no estarían tan confiados, prometiendo más movilizaciones si la cosa no cambia. Si no se hubieran visto reforzados por la gente, se limitarían a decir que la cosa fue un éxito y se retirarían a lamerse las heridas. Pero la cosa funcionó bien. Los polígonos industriales estaban vacíos; las obras en construcción, como en domingo; en los aeropuertos las palabras que más se repetían eran “vuelo cancelado”; sí abrió El Corte Inglés, pero no habrá sacado ni para los gastos, adentro no había casi nadie; en muchos bares que abrieron, los camareros estaban en la calle, charlando, viendo pasar al personal. En
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