Si hay algo que me mosquea del rebrote de la energía nuclera es la tendencia a justificarlo diciendo que no queda otra opción; da un poco de miedo esa resignación. Javier Sierra apenas propone alternativas, pero el listado de inconvenientes es largo y de peso, sobre todo cuando la información en general tiende a olvidarlos: “Por si fuera poco, las centrales nucleares producen enormes cantidades de residuos radiactivos, una de las sustancias más tóxicas y peligrosas que se conocen. Cada central en Estados Unidos genera 20 toneladas de residuos al año, multiplicadas por las 104 plantas existentes, nos da un total de 2,080 toneladas anuales. En grandes dosis estos residuos pueden causar la muerte, y en pequeñas, cáncer y malformaciones genéticas. Además, conservan su toxicidad durante 200 mil años.
Yucca Mountain, un paraje en el estado de Nevada, fue elegido para depositarse allí unas 77 mil toneladas de residuos nucleares en cámaras subterráneas. Sin embargo, el proyecto está paralizado, entre otras razones, porque el lugar es geológicamente mucho más inestable de que lo que se pensó originalmente. Considere también que a Nevada llegarían envíos de residuos nucleares de 41 estados y cruzarían miles de ciudades y pueblos, quizá su ciudad o su pueblo.” Energía nuclear: un remedio peor que la enfermedad.