Antonio Elorza escribe sobre varios libros que han aparecido recientemente y que se preocupan por el futuro de Europa. Hace tiempo que hace falta un discurso múltiple, un verdadero debate sobre lo que significa Europa; tras el fracaso de la mala constitución que parecía que íbamos a tener, ese debate empieza a cobrar forma: “Los autores subrayan el peligro de que Europa siga debatiendo sobre sí misma, desde una perspectiva eurocéntrica, desconociendo la exigencia de una proyección exterior de sus valores, compatible con el reconocimiento de que hasta ahora la subalternidad respecto de Estados Unidos ha sido inevitable. La etiqueta acuñada para el caso es en sí misma significativa: imperio europeo. Un imperio de naturaleza sustancialmente diversa de los imperialismos precedentes, cuya unicidad, coincidiendo en el término con Semprún, no es signo de poder, de dominación sobre el otro, sino plataforma desde la que proyectar en el resto del mundo los valores de derecho, igualdad política, justicia social, integración cosmopolita y solidaridad. Una Europa en definitiva portadora de ideas utópicas para un mundo sometido a un riesgo de desgarramiento permanente.” Por un cosmopolitismo europeo.