Inventores del Siglo de Oro, de Alejandro Polanco Masa: “Otro genio olvidado, Francisco Lobato, se empeñó en lograr una especie de molino dotado de movimiento continuo. Hoy sabemos, gracias a nuestro conocimiento de las leyes de la termodinámica, que aquella aventura estaba destinada a fracasar, pero no por ello dejó de ser útil, pues en el camino, Lobato logró inventar y poner en práctica diversos tipos de molino de viento e hidráulico perfeccionados. Los inventores proliferaron a la sombra de las cédulas de privilegio, haciendo que muchas veces los más fantasiosos fabuladores se presentaran en la Corte planteando ideas de lo más irreal. Así, para lograr que las cédulas fueran concedidas sólo a inventos realmente prácticos y posibles, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, se obligó a los inventores a demostrar en la práctica el funcionamiento de sus propuestas.”