No sé hasta qué punto la casi plegaria de Heriberto M. Galindo Quiñones pidiendo una vuelta a la calma, la sensatez y la gobernabilidad serena es exagerada o manierista, pero lo cierto es que la campaña electoral mexicana ha sido lo más parecido a una guerra civil política entre los candidatos: “Que no haya más agresiones, ofensas, diatribas o pleitos infructuosos e innecesarios. Digamos sí a la conciliación y a los acuerdos. Digamos sí a los nuevos acomodos, que presenten una nueva cara política de México, la de la concordia y la composición políticas, para seguir avanzando.
Que quien resulte ganador sepa enviar señales, claras y puntuales, que generen un buen ambiente, de tranquilidad y seguridad y, en su momento, sepa llamar a los mejores ciudadanos, hombres y mujeres, para integrar su gabinete y su cuerpo de gobierno.
La sociedad mexicana exige y demanda de sus gobernantes sensatez, capacidad, honradez, patriotismo, equilibrio emocional, austeridad y entrega total, sin extremismos ni entreguismos. Por supuesto que se puede coexistir en un mundo interdependiente y, al mismo tiempo, velar por la soberanía nacional.” Elecciones: los nuevos sentimientos de la nación.