Ramón Tamames se hace eco de una serie de principios fundamentales que la FIPA reivindica desde su último congreso, algunas ambiciosas hasta la ingenuidad, quizás no el punto 7: “Equilibrar el poder en la cadena agroalimentaria, y cerciorarse de que los mercados funcionen competitivamente, en un escenario que dominan unas pocas compañías multinacionales, tanto en distribución como en suministro de inputs. Por ello, es indispensable fijar políticas que brinden a los productores agropecuarios la oportunidad de negociar colectivamente en el mercado; una dirección en la cual las cooperativas desempeñan un papel crucial.” La agricultura también importa: un decálogo agrario urbi et orbi.