Íñigo Sáenz de Ugarte, Una jugada arriesgada sobre el tablero de Gaza: “Es probable que tanto los votantes de los integristas como los de Fatah estén orgullosos con el resultado del asalto contra un puesto militar israelí. A diferencia de los atentados suicidas contra objetivos civiles (la misma imagen de marca de Al Qaeda en Irak, no lo olvidemos), lo que ocurrió fue una operación de comando contra un objetivo militar, contra soldados bien pertrechados a los que pillaron con la guardia baja.
Para muchos palestinos, la operación es una forma de «equilibrar el marcador». Acostumbrados a encajar con dolor la respuesta indiscriminada de Israel contra los ataques con cohetes Qassam, ahora tienen un motivo de satisfacción.
Sin embargo, si el soldado Shalit es finalmente eliminado por sus captores, la conclusión del asalto, planeado como si fuera un acción militar, sólo será un asesinato a sangre fría. El Gobierno israelí hará responsable al Gobierno de Hamás y no sería extraño que procediera a eliminar de forma sistemática a sus ministros. ”