Me maravillan todos los avances y descubrimientos que tengan que ver con el cosmos y los viajes interespaciales. Pero me pasman los descubrimientos terráqueos, aquellas iluminaciones de asuntos internos que, después de siglos y siglos de pasear por esta enana finitud, seguimos sin conocer. Hace unos días un arrastrero gallego atrapó en sus redes un extraño pez de más de tres metros de longitud: “El Skalugsuak, o tiburón boreal, es capaz de ocultarse a profundidades de hasta 2.000 metros, se alimenta de focas y de los pocos peces que viven bajo el hielo. Los científicos saben muy poco sobre ellos; son escasas las ocasiones en que ha sido filmados o fotografiados, y algunos de sus comportamientos siguen siendo un misterio.
Nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo vive un Skalugsuak, aunque algunos expertos creen que puede alcanzar los 200 años, lo que le convertiría en una especie de leviatán centenario y sabio.” Skalugsuak: el leviatán bajo los hielos, de Antonio Martínez.