Sin duda, la existencia de un campo de concentración como el de Guantánamo en una dictadura islámica (o comunista) de Oriente Medio (o latinoamérica) sería motivo suficiente para que el gobierno de Estados Unidos promoviese (y fuese secundado) un acoso internacional a través de presiones y amenazas, como mínimo. Camilo José Cela Conde comenta los últimos sucesos: “Calificar de acto de guerra esos suicidios permite escapar a varias bien inquietantes preguntas. Tanto las que se refieren, una vez más, al estatuto de la detención a todas luces anómala de los internados de Guantánamo como las que pudieran referirse a las torturas continuas que se inflinge a quienes se encuentran en unas condiciones infames. Cabría explicar de sobras los por qués de los suicidios sin más que consultando a un psiquiatra. Pero el detalle del «acto de guerra» diluye tales sutilezas: en las guerras, los muertos se cuentan, no se explican. Y más aún si se trata de una guerra asimétrica entre dos contrincantes que no juegan igual.
¿En qué consiste la asimetría? ¿En las armas de que disponen unos y otros? ¿En el poderío militar y económico? ¿En el nivel técnico? No, claro que no. La asimetría en la guerra a la que aludió el almirante Harris llevaba el despecho colgado de las palabras. Los suicidas habrían transgredido los códigos de honor de las guerras haciendo, aposta, una jugada así.” La simetría de la guerra.