Sergio Ramírez, Blanco sobre negro: ” En las largas sobremesas de los almuerzos que comparto con mis amigos españoles, que sólo terminan cuando se acerca la hora de la cena, mis opiniones sobre la conveniencia del diálogo con la ETA las he referido a mi propia experiencia en Nicaragua, cuando tras una guerra que costó cincuenta mil muertos, fuimos a las negociaciones sandinistas y contras, después de haber jurado, cada quien por su parte, que no nos sentaríamos jamás a dialogar, menos a negociar. Y cada quien, por su parte, tuvo que tragarse sus palabras.
La contra pactó la rendición de sus armas a cambio de su legalización. Pero para llegar a ese punto, el del desarme, y el de la paz definitiva, cada parte dejó sobre la mesa de la negociación lo que nunca aceptó que sería posible dejar, un brazo, un ojo, una pierna, de ese tamaño eran las intransigencias.”