Antonio Martínez, La Reina de las Águilas: “Perdida en la remota península de Kenai, en Alaska, la localidad de Homer ofrece a sus visitantes uno de los espectáculos más grandiosos y desconcertantes del planeta. Cada día, desde hace 27 años, la señora Keene sale al patio trasero de su casa y da de comer a unas 400 águilas calvas. [...] Hasta los ecologistas – esos seres extraplanetarios – han mostrado su disgusto, preocupados por que las águilas se conviertan en criaturas gregarias como los peces del Retiro. Reconocen que el tiempo y la comodidad han transformado a las águilas en unos seres vagos y chulescos, como esos mozos que se juntan en la plaza del pueblo y dan patadas a un bote.”