Anxel Vence, El latín de los gobernantes: “Mucho más complicada que el latín de los canteros o el barallete de los componedores de paraguas, la jerga de uso entre los políticos trasciende partidos y hasta regímenes. Dado que su objetivo es emboscar los propósitos de los gobernantes bajo toda una farfolla de palabras, se diría que el lenguaje “politiqués” —por así llamarlo— conviene mejor a las dictaduras que a las democracias. Sin embargo, la experiencia sugiere que se da por igual en unas y otras.
Incluso existe un manualillo de frases hechas convenientemente dividido en tres bloques con el que cualquier orador puede perorar durante horas sin decir absolutamente nada. Basta engatillar una frase hueca con otra, esta con la siguiente y volver a empezar para que el discurso fluya absurdo y constante.
Con lo que se escucha por ahí, no hay que descartar que la mayoría de los gobernantes y de los aspirantes a serlo tengan memorizado el manual. Sirviéndose de ese recurso, basta mezclar un poco de desarrollo sostenible con unas gotas de entorno y sazonarlo todo con unas cuantas apelaciones a la solidaridad y el progreso para obtener una pieza oratoria consistente y razonablemente vacua.”