Adolfo Gilly: “Con las violaciones tumultuarias de las mujeres de Atenco por los policías que las apresaron, el Estado mexicano ha rebasado un límite ante el cual, hasta ahora, su violencia se detenía. Sí: antes mataron, masacraron, torturaron, secuestraron, violaron, desaparecieron. Pero aún después de Tlatelolco, según recordábamos hace unos días con Rosario Ibarra, aún en los asesinatos y desapariciones de los años setenta y sucesivos, no habían practicado la violación en masa sobre las mujeres presas como acaban de hacerlo contra San Salvador Atenco, acto colectivo de barbarie que ningún cuerpo uniformado comete sin órdenes de sus mandos superiores.” El Estado violador y la condición humana.