Jordi Llavina escribe sobre la útlima novela Mario Vargas Llosa: “Se trata de una historia facilona, de estructura lineal. La propuesta ideológica que encierra me parece chata, poco matizada. El retrato del Londres de la segunda mitad de los sesenta resulta de revista de divulgación de una empresa odontológica. Falta de profundidad, ausencia de cualquier atisbo de emoción. Salvo al final, bien es cierto. Cuando la niña mala se ve en apuros, cuando tercia de veras el dolor en su vida y, por extensión, se redobla en la del pobre Ricardito. Ahí sí aparece Vargas, haciendo gala de narrador travieso. Pero poco más.” Travesuras de la novela mala.